martes, 17 de mayo de 2011

XIV - ODA A MI PROPIA MIERDA

Letra a letra en el papel mojado
siembro pensamientos impregnados
de la tinta de la tontería.
Me gusta pasar así los días.

Lanzo una pregunta a quien esté leyendo esto:
¿Nunca tu alma se sintió prisionera en un cuerpo,
con el miedo de Buda?
Disculpe la mala métrica.
¿Por qué no huye?
¿Quizás duda?

Las cosas de palacio
siguen su curso,
despacio.

Cielo de célula azul, que me ciegas.
¡Ya no quiero ver la luz veraniega!
Cierro los párpados, ya no veo nada.
Y desisto de mirar y de miradas.
No se atrevió a entrar la luz en mi celda.
¡Ánima prisionera, date a la fuga!
Escóndete encarnándote en Caronte
achicando mares chiquititos.
no es lo mismo ver pasar la vida
que vivir un mito.

A mi propia mierda canto
melodías desafinadas.
A cargas, culpas, vicios, llantos,
a la derrota pasada,
a penas, temores y errores,
que cada vez son mayores.
A brújulas inservibles.
Madrugad de madrugada,
sed las brujas irascibles
de los cuentos del mañana.
Brindo por los desperdicios
del progreso de lo humano
y tiro mi copa al suelo
al bebérmela de un trago.

Suciedad sagrada.
Mácula en el velo
que ni dejas ver
ni me dejas ciego.
Ni puedo olvidar
ni recordar quiero.
Soy de mi pasado
solo un prisionero.
Mil veces lo soñé.
Cada vez que duerma
lo soñaré otra vez:

Cruzo un mar de mierda en mi barca.
Mi alma no se fugó, es el sueño.
Sólo me queda remar.
Solo hay basura, remos,
barca, horizonte,
olor a sucio y a mar.
Y a remar, y a remar.
Y pensar y pensar,
no huir, no despertar.

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