miércoles, 4 de enero de 2012

XXXIX - INTÉRPRETE DESCONOCIDO

Veo en el rostro del que pasa.
Noto el deje distraído.
Río pues mi risa es queja.
Pesa más que sus motivos.

Comunícame tu estado
anímico sonriendo.

Desde mi punto de vista
ya todo tiene sentido:
yo emito las señales
yo soy el que las recibo.
Las señales traen los bienes
y los males escondidos.
Los augurios de los dioses
no dijeron lo que tú sabías,
lo que tú querías,
lo que tú soñaste.
Muéstranos tu arte.
Tu escenografía.

XXXVIII - ROSEBUD

Olvidado como el juguete en la nieve
quedó un jueves bajo la cama tirado.
Aterrado, su recuerdo nunca viene
a los nenes que con él un día jugaron.
Escondido en un rincón de la memoria,
bajo el polvo que los años le legaron,
cargaremos las lecciones del pasado.
Sufriremos los errores de la historia.

Ocupemos nuestro tiempo con sandeces.
Llenemos de tales las conversaciones.
Dejemos la vida en manos de los jueces
que puedan moralizar nuestras acciones.
Acostúmbrese a modas de sinsabores,
a colores por el tiempo desgastados,
a los días por el sueño degustados
y de nuevo concéntrense en sus labores.

"Un clavo saca a otro clavo"
le dijeron al clavado
que esperaba las palabras
que otras veces le salvaron.


Quizá sentirse inmortal justifique el hedonismo.
Quizá asomarse al abismo sea una forma de volar.
Quizá sea casi tan dulce como sentirse querido.
Quizá sea mucho mas fácil que aprender a despertar.


Quizá, exasperados, no hallemos ninguna respuesta.
Quizá pretendamos dejar las respuestas de lado.
Quizá sean inútiles, cábalas, mitos, apuestas...
Aunque es más probable que nunca hayamos buscado.