sábado, 14 de mayo de 2011

¡CALLAD MALDITOS!

Te busco. Estoy desnudo. No me importa. La playa está llena de gente. Te has ido a dejar tus cosas para ir a bañarte. Te busco, pero no te encuentro. Caras y caras y miles de caras me miran, me observan, me cortan el paso. Sus miradas me reprochan buscarte. Saben que es inútil buscar tus pasos pasados. Sé que si no te busco no te encontraré. Y solo tú sabes deshacer los nudos de cortan el aire en mi garganta.

Un niño me corta el paso con una pregunta: ¿Por qué la buscas? Niño, quítate de en medio, que los signos de interrogación de tus preguntas son puñales que a traición me quieren hacer abandonar mi búsqueda. El niño me distrae de lo que me urge. Paso de sus preguntas. Sigo mi camino.

Vuelvo a la arena. Todo el mundo lleva antifaces, máscaras, disfraces. Yo estoy desnudo, buscando tu mirada. Colérico, empiezo a arrancarle las caretas a la gente. Cada rostro lanzaba al aire una objeción, una pregunta hecha con maldad en vez de con palabras, un reproche, una mirada hostil:

¿Quieres encontrarla con la furia de un titán?
¿Qué buscas?
¿Estás loco?
¡Estás loco!
No la vas a encontrar.
¡Deja las máscaras en paz!
Cuando encuentres, ¿qué?
¿Qué tiene?
¿Qué buscas?
¿Qué esperas encontrar?


¡CALLAD MALDITOS!

Mis párpados se despegaron, el telón cayo, se acabó el sueño. No hubo aplausos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario