lunes, 9 de mayo de 2011

X - ALGÚN DÍA CAEREMOS

Cuando entramos en la escena
por cesárea o por vagina
no es que lloremos por pena.
Es el llanto de la vida.
Tiene también cosas buenas.
Aunque es bondad relativa,
pues se enfrenta a los dilemas
de manera primitiva.
Llanto que acompañas siempre
cuya única salida
no está bajo el bajo vientre
sino en la muerte escondida.

Entro en la primera escena.
Ahora soy equilibrista
y la altura no me frena.
No le dirijo la vista.
Subo por la escalinata
en pos de una gran empresa.
Canto mi propia cantata
y el miedo ya no me apresa:

"Sombra de la cuerda floja,
cuerda que desafinada
suena por los dos extremos
al compás de mis pisadas.

Duermo abrazado a la cuerda.
Sueño pisar con carisma
y al pisar dos notas suenan.
Las dos son una y la misma.
Piso con el otro pie,
y con ritmo y armonía
canto la copla que dice
que caeré al pasar los días."


Despierto colgado al hilo.
Recuerdo a los que cayeron.
Sigo mi ruta tranquilo
cantando "Algún día caeremos".

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